martes, 17 de enero de 2012

1.- Nunca el sol


.

Aquella roca ilustre oteaba vuelos,
glosas de leyendas que, como aves ,
emigraban por inanición
hacia el norte de su mayor desconocimiento

Ya, para entonces , el druida de mi boca yacía reseco y triste
amortajando, con sus labios imprudentes,
los versos y proclamas que hubiéronle nacido
de un desamor dignamente civilizado

Pero hubo otro tiempo : Un mirador de sueños
desde el que poder vislumbrar, felices,
caminos y veredas de azúcar,
trochas y frutales que erguidos
vitoreaban el paso insomne de lustros y lustros
sustanciados en la verdad
( solemnidades esculpidas por nuestra sabiduría sin ley
sobre la amable docilidad de las piedras )

Atardecía nubes, libertades, cantos engolados
contra vaticinios , premoniciones y sospechas

Nunca el sol fue tan oscuro y tan siniestro : Nunca.
Nunca la sangre de las alianzas regó sobre sus hijos
tantas anemias
El espectro de la sombra urdía escombros
mientras el resuello del aliento popular
ascendía, como un envolvente líquido sin peso
entre pálpitos y herrumbres para sobrevolar con ligereza
las ruinas de aquellas gentes desoladas

¿Quién hizo de las huellas antiguas un lodazal de espantos?
¿Quién, cuando la sed nos alcanzó ávida de lágrimas, trazó
sobre una discreta línea de necesidad ( lluvias y esperanza),
un infierno con sacrilegios y sales
con tramitaciones de diluvios y sequías?

La fe era un paraje de sombra
taladrado en la osamenta de los hombres
Nadie quería explorar su trasfondo de dolor y miedo,
nadie quería horadar, hasta sus místicos tuétanos,
para descubrir, allí, los fundamentos y fraudes
de una espiritualidad diseñada
con la incongruencia sin escrúpulos de un impúdico teósofo


Rosa Iglesias
17 enero 2011

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