Como un sol arrugado por el peso del día,
en su órbita y sin libertad : tú, amanecer prohibido.
No te alcanzan las luces de sus fuegos siderales,
no te colman de transparencia los inútiles vientos
que portan simientes de lucha a tu vida.
Tú, imposible cosecha de alboradas entre pájaros muertos,
con una moribunda verdad sangrándote en las plumas.
No, aún no es capaz, el hombre, de revivir lo que no ha muerto.
No puede levantar con sus manos los escombros de un derrumbe
que ni siquiera ha sido edificado en la idea.
No. Nunca nadie pasó por aqui sin haber dejado antes, labrada,
la huella tiritante de su propio miedo, la agonia de su furia
sobre esta blanca razón de infatigable desdicha.
Siendo ya , apenas tú, la hoja que el aire sostiene
domesticada y dócil sobre su pecho,
soy yo , imbatible, el ojo que observa mudo y aterrado
la ingravidez oscilatoria de tu desnudez inquieta.
Oh ... cuánta palabra llena, convirtiéndose en hueco,
a golpe de muerte con la impermeabilidad del vacío..
...Todo ésto sin fiebre,
pero con la ausencia irrefutable
de una promesa.
Bórrame.
Rosa Iglesias
24 febrero 2012

Buen poema Rosa!
ResponderEliminarComo siempre, tu palabra va más allá de la belleza, atravesando la conciencia,dando fe de una mirada limpia, de un corazón al que nada le es ajeno.
Abrazos hermana mía!
¡¡ Que te quiero, hermana ¡¡
ResponderEliminarDando fe de tu mirada, mi querida Marieta
Un abrazo infinito
Rosa
Aquí las dos, me recuerda esta frase de Emanuel Geibel: "Un breve encuentro y un largo recuerdo hacen el alma rica y libre".
ResponderEliminar!Casi nos retrató...!!
Abrazos, te quiero mi Rosa!
"Un breve encuentro y un largo recuerdo hacen el alma rica y libre".
ResponderEliminarEmanuel Geibel
Qué hermoso María ¡¡
Te quiero, mi Gitana.
¡¡Cuánto agradece mi corazón, que vengas¡¡